Siendo sincera, os diré que entré a ver esa casa solo porque vi esa pared de ladrillo visto al fondo. Al final resultó, que dicha pared no aparece en ninguna fotografía, así que en un principio pensé en descartarla, pero después, al ir viéndola poco a poco me fije en ese detalle que cada vez, hace que quiera más uno. 

Si señoras ( o señoritas!! jajaja) os estoy hablando de ese sofá de tela blanducha como a mi me gustan. Llamale lino, llámale algodón desgastado, pero es que es ver esas telas tan blandas y suaves y me entran unas ganas enormes de cambiar el sofá que ni os cuento. 

En casa como sabéis tenemos un sofá Kivik de Ikea, y estamos super contentísimos con él. Lo que pasa es que las fundas son muy duras y resistentes. Bueno lo que sean resistentes está genial pero lo que sean duras ya no lo llevamos tan bien. Cuando las quitamos para ponerlas a lavar, el sofá se queda blandito y super cómodo y en muchas ocasiones hemos llegado a pensar en comprar unas fundas a medida. 

Supongo que las fundas serían un poco más caras que las que  tenemos ahora pero la inversión merecería la pena. De momento es algo que nos estamos planteando pero que no sabemos si lo vamos a llevar a cabo o no. 

Como os decía, después de darme una vuelta por la casa de hoy (virtualmente hablando claro), puedo decir que ha sido de esas que cuanto más la miro más me gusta. De los nórdicos os confesaré que me tienen enamoradas esas puertas en medio de las paredes que se abren a dos hojas. Por favor!, porque no pondremos de estas aquí en España!!, son perfectas y además dejan pasar muchísima claridad. Pero si que es cierto, que tenemos otro tipo de distribución aquí por lo que costaría muchísimo adaptarlas.